Por lo general, cuando alguien dice la palabra arte lo primero que evoca la mente suele ser un cuadro o una pintura. No
sé muy bien a qué se debe esto, aunque me inclino a pensar que se trata de
siglos de asociación de términos. Es por ello que la disciplina escaparate del
arte es la pintura.
Aparte del dominio de la técnica, la cantidad de registros
que puede llegar a tener una obra pictórica queda dentro de la imaginación de quienes
la realizan y de aquellos que la disfrutan. No tengo formación en las técnicas,
salvo algo de cultura general, por tanto, sigo mi propio instinto para
identificar las sensaciones que me abordan cuando miro una pintura. El
conjunto, los detalles. Lo conocido e identificable, lo perturbador y
desafiante. Quizás no soy capaz de apreciar todo lo que un pintor es capaz de
transmitir mediante un cuadro, pero me gusta tratar de compensar esta carencia intentando
recrear o imaginar el proceso mental desarrollado por el artista hasta llegar a
componer la obra final.